20.000 leguas de viaje submarino. Julio Verne.


Estimados compañeros,

Hoy les quiero hablar de esta novela de Julio Verne que, si bien es mundialmente conocida, muy poca gente ha reparado en su belleza y su lectura. 

En el siglo XIX, sobre el 1818, un grupo de tres personas se ven engullidos y prisioneros dentro de un monstruo marino al que habían intentado dar caza. Un monstruo que, luego descubrirán que no es más que el fruto de la genialidad de un hombre misterioso: el capitán Nemo, es decir, el capitán nadie. Este hombre, una suerte de Subcomandante Marcos, de Robbin de los mares, de Ernesto Che Guevara, es todo lo que podemos considerar un antisistema de aquellos años. Asqueado de la tierra y de las personas que la habitan, por razones que no se desentrañan a lo largo de la obra, aunque sí se insinúan, opta por la vida en el mar. Desde allí, reunido por un grupo misterioso de fieles seguidores, y a bordo de su propio invento, surca los mares en todas sus dimensiones.

Es aquí donde quiero poner el hincapié en este comentario al libro. Y es que, con independencia de lo novedoso del invento de Julio Verne, con la invención de su Nautilus, esta novela no puede dejar de ser una insinuación de las ideas políticas del escritor, quien siempre mantuvo contactos muy cercanos con círculos socialistas y anarquistas. En efecto, el Capitán Nemo, una persona que consigue reunir una ingente suma de dinero que le da la posibilidad de crear su propia versión de la historia, lejos de las fronteras. Así, rodeado de trabajadores, unidos por una sola causa, se adentra en el mundo de los mares, en los que no existe frontera alguna, y va demostrándo, paso a paso, que su opción es capaz de llegar más lejos que la instaurada en tierra y de la cual huye.

Pero esta huída es meditada, preparada, ensañada, diría. He ahí la grandeza del capitán Nemo, y las diferencias que marca con relación a cualquier hermitaño. Nemo no es un hermitaño del mar, y tampoco junto a su tripulación, un Ali-baba con 40 ladrones, en las entrañas de los océanos. Nemo y los hombres del Nautilus son algo más que eso, mucho más diría, son personas echadas al mar para hurdir una venganza atroz y sanguinaria, y, al mismo tiempo, un Jack Costeau de aquel entonces, en el que no era posible, ni tan siquiera imaginar, que alguien pudiera dedicarse a descubrir de esa manera los fondos marinos.

En esta línea, la figura del Capitán Nemo aúna la mente del científico y el brazo del guerrero; la admiración por la vida y el brazo ejecutor de la justicia más despiadada, la ciencia como arma contra la opresión de los poderes absolutos y la muerte como lucha por encontrar un equilibrio en la balanza social y humana.

Sea como fuere, amigos míos, les recomiendo esta novela y les sugiero que, mientras la leen, tengan una conexión a internet cerca para que busquen las especies que se nombran en el libro. Un excelente trabajo de investigación científica y, sin lugar a dudas, una gran novela.

Reciban mi abrazo y mi sonrisa siempre,

Narwhal Tabarca.

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