Senegal II


 

(Avioneta de Dakar a Ziguinchor)

Hemos dejado atrás la ciudad de Dakar. Nos dirijimos ahora a la ciudad de Ziguinchor donde nos debe estar esperando Cons, el amigo de Naya que vive en Bignona.

Me parece todo un poco extraño. Naya me había dado el teléfono de este amigo suyo. Esta mañana lo llamé. Me lo cogió un chico a quien no conocía y quien tampoco conocía a Cons. Llamé a Naya de nuevo y confirmé el teléfono. El número, al parecer, está bien. Me dijo que no nos preocupáramos.

No me cuadra en absoluto que esta persona que me atendió en el número de Cons aseguró estar en Dakar y no en Casamancé. Nada parece tener sentido pero África me va enseñando que la improvisación y el dejarse llevar son muy importantes. No sé qué nos encontraremos en el aeropuerto, pero estoy seguro de que sea lo que sea estará bien.

 

(Bignona, ya perdí la cuenta de los días, junio de 2007)

Escribo a la luz de una vela, acostado sobre un colchón de gomaespuma roído tirado en el suelo, en una casa cuyo retrete es un agujero en el suelo lleno de cucas. Llevo más de tres días sin ducharme y estoy sudando como un pollo en un asador. Y, sin embargo, me siento feliz. Feliz de hacer lo que hago, de estar aquí, pero sobre todo feliz porque hoy pasará a mi historia personal este día como aquel en que hablé en una radio Senegalesa para ayudar a concienciar a la gente de los peligros de los viajes en cayuco.

Después de la entrevista, que fue toda en inglés, la gente llamó para preguntarme cosas y me dieron las gracias por los consejos. No se si habrá valido para algo, pero me siento feliz de pensar que, al menos, he disuadido a uno de los que el destino le había otorgado una de sus muertes.

(…)

Fue hace apenas unas horas cuando escribía desde la oscuridad de Bignona. Hoy me he despertado a las 7 de la mañana. A mi lado, una gallina me observa con su pollito entre las patas. De fondo, el canto del gallo que interrumpe lo que parecen rezos retransmitidos por la radio.

(apunte escatológico)

No es facil, en absoluto, hacerse del todo a una cultura nueva. He llegado a Senegal con todas las puertas abiertas para que Africa entre en mí con todo su esplendor. Sin embargo, es dificil tirar del cuerpo hacia esta novedad que tanto anhelo. Llevo sin ir al baño más de tres días, y ahora escribo sobre uno «babilon system», como dicen aquí para referirse a occidente.

(…)

Hasta estas palabras hemos estado en Dakar, Zighinchor, Kafontine, Bignona y ahora Cap-Skirrin. Estoy en el furgón que nos llevará ahora a Alankin, en donde seguiremos buscando historias y experiencias de senegaleses ligados al fenómeno de los cayucos.

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