Soy un hereje. Me lo ha dicho Leopoldo Lugones.
Queridos amigos,
dentro de la crítica que les ofrezco sobre los libros que Borges recomienda en su Biblioteca Personal, estoy leyendo actualmente «El Imperio Jesuítico» de Leopoldo Lugones. No es este el momento de hablarles del libro, pero sí quiero compartir con ustedes una reflexión. De esta obra maestra les extraigo un párrafo bastante interesante, a mi entender. Dice Lugones:
El espíritu de la Edad Media volvió a dominar imperioso. Durante ella, y bajo la influencia exclusiva de la Iglesia, había reinado la inmovilidad. A condición de no cambiar nada, se podía discutir todo, siendo un error creer que no existía libertad de discusión. Era, sin embargo, una libertad puramente dialéctica, puesto que demandaba, ante todo, la conformidad con lo establecido. De aquí que hereje, quiera decir estrictamente «disconforme». Tener opinión propia era el verdadero delito.
Les hago esta reseña porque me parece de una calidad estilísitca y de fondo brillante. Al fin y al cabo, resume el eterno conflicto entre el progreso y el conservadurismo eclesiástico y social. Bajo esta santa imposición, que suponía una limpieza de inteligencias contrarias a lo establecido, se justificaban todos los asesinatos que la Iglesia llevó a cabo. ¿Por qué será que siempre que hablamos de la Derecha lo hacemos invocando libertades que nos coarta? ¿Por qué le molesta tanto a esa Derecha la libertad del hombre? ¿Por qué algunos dirigentes de Izquierda llegan a hacer lo mismo? ¿Por qué soy zurdo?
Nos han avisado hace un rato que a las 9.00 de la mañana, aproximadamente llega otro cayuco con 45 inmigrantes en buen estado a Arguinenguín (Gran Canaria). Ya les contaré que tal ha ido, cuando vuelva.
Un abrazo y mil sonrisas.
Narwhal Tabarca.