Vuelve a ser viernes.
Queridos amigos, hoy hace exáctamente 65 días que estoy en Paraguay. 65 días que han estado cargados de experiencias, novedades, agobios, alegrías, vuelos, aterrizajes forzosos, dolores de hombro y de hombre, añoranzas, inseguridad, aprendizaje, miedo. 65 días desde que salí de Madrid (79 desde que salí de canarias). Vine por 365 días a este pais, me quedan 300, y, sin embargo, sigo pensando que no es posible resumir la vida a tanto número. Llevo aquí el 17% del tiempo para el que me mandaron. Hay quienes dicen que ese es, aproximadamente el porcentaje de tiempo que se necesita para agarrar las riendas de tus proyectos en el extranjero. Yo no sé si será así. Sin embargo si noto que estos dos meses me han servido para mucho más de lo que vine a buscar. Lo pienso ahora, y me parece poco. 65 días en los que se condensa tantas cosas que he visto, y que sería incapaz de referir, y ustedes de soportar mi narración. Es así, creo, algo va quedando siempre dentro de uno, y es precisamente eso, lo que va quedando, lo que luego es la vida, acaso un atajo de recuerdos. Pienso, entonces, si el pasado es solo, y nada más que eso, y el futuro son planes y proyectos en el aire de los cuales convertimos en pequeñas ruinas en un campo inmenso (como si hubiese pasado Atila con sus trajes de piel de rata y su hedor inaguantable), entonces, queridos míos, me quedo con el presente. El ahora. Este momento en el que escribo, este cigarro que me fumo, esta ciudad que hoy es pasto del llanto de las nubes. No miro hacia atrás, no miro hacia adelante.
Cuando aprendí a montar en bicicleta, mi padre siempre me decía que no mirara a la rueda, porque me iba al suelo de narices. Tenía razón. Sin embargo, en la vida uno se cae de bruces si mira, justamente atrás o adelante. Es una opinión, discutible si quieren.
Dentro de poco les quiero poner un video gracioso que grabé el otro día, y también algunas fotos de niños paraguayos. Ya saben que el retrato de niños de distintas etnias es mi debilidad.
De momento no les puedo ofrecer más que este cúmulo de pensamiento casi inconexos.
Reciban mi abrazo y mi sonrisa.
Narwhal Tabarca.
Cuando te leía no he podido evitar acordarme de este fragmento de Sartre en «La Naúsea»:
«Me aferro a cada instante con toda el alma; sé que es único, irremplazable y, sin embargo, no movería un dedo para impedir su aniquilación. (…) Me inclino sobre cada segundo, trato de agotarlo, no dejo nada sin fijar para siempre en mí (…) y sin embargo el minuto transcurre y no lo retengo. Me gusta que pase.»
Un beso inmenso desde aquí, se te quiere. Muaa
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si eso es la vida llenar la mochila decosas y experiencias no todas seran buenas pero elige las mejores para hacer tu petate sin olvidar las malas pues el que las olvida cometera las mismas equivocaciones sigue adelante y no lovidesque te esperamos y queremos un beso grande
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hola mi manito…. hace mucho mucho tiempo que la enana no sabe nada de ti… he intentado llamarte, o escribirte por el massenger pero tu orgullo no deja que me comunique contigo.
Se lo de tu perro, y de verdad que lo siento, me dijo mama que lo amabas. te veo feliz en las fotos, y me gusta que estes asi.
bueno, este mensaje es para que veas que tu hermana no se olvida ni un solo dia de ti… sonrie!
espero que sepas sacar todo el jugo de ese lugar, que aprendas mucho y que vuelvas a casa.
te quiero,
virginia santana
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