Senegal IV
Justo antes de venir a Senegal, recopilamos opiniones de muchos que ya habían estado aquí. Entre ellas – la mayoría muy catastrofistas- recuerdo una que aseguraba a capa y espada que la guerrilla de Casamancé había terminado. Mientras escribo, a escasos cincuenta metros a mi izquierda hay un puesto militar de resistencia contra los rebeldes, a mi derecha, a unos cien metros hay otro.
Para llegar aquí, hemos sorteado barricadas en las carreteras, preparadas por los controles militares para sofocar la guerrilla. Y muchos recuerdan aquí como un hecho muy reciente, cuanndo los rebeldes entraron en Bignona.
La guerra aquí no ha terminado. Sigue en la selva, en la carretera cuando el sol ha caído y aún hay campos de refugiados en Guinea Bissau, llenos de Senegaleses que han huído de ella dejando atrás todas sus pertenencias.
Llegados a Bignona, Cons me pidió que le acompañara a la radio donde trabaja para hacerme una entrevista de concienciación sobre los cayucos que llegan a España. Fue un momento muy emotivo. Después de mis palabras a aquel micrófono con alcance indescifrable, comenzó a llamar la gente por teléfono agradeciendo mis palabras y pidiendo repuestas a preguntas desgarradoras.
Cuando salimos era la noche cerrada. Las calles, iluminadas por la tenue luz de escasas farolas, quedaron en absoluta penumbra de repente. La luz se había ido, la radio había dejado de emitir y el pueblo entero secundó la noche dentro de sus casas. Esa misma noche escribí unas palabras en este cuaderno. Estuve escribiendo hasta caer rendido.
Santi, es maravilloso lo que haces… en parte te envidio…tener la libertad para hacer lo que quieras y lo más hermoso es que lo que quieres no es para ti sino para tu prójimo.
Mil besos desde mi cárcel en Suiza.
Te quiero mucho
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