BARTLEBY, EL ESCRIBIENTE. Herman Melville.
«Hay escritores cuya obra no se parece a lo que sabemos de su destino; tal no es el caso de Herman Melville, que padeció rigores y soledades que serían la arcilla de los símbolos de sus alegorías. Nació en New York en 1819. Vástago de una gran familia venida a menos, de severa tradición calvinista, perdió a su padre a los trece años. A los diecinueve emprendió la primera de sus largas navegaciones; fue como marinero a Liverpool. En 1841 se alistó´en una ballenera que zarpó de Nantucket. El capitán era muy duro con su gente; Melville desertó en una de las islas del Pacífico. Los isleños, que rean caníbales, lo acogieron. Cien días y cien noches pasaron y lo rescató una nave australiana. A bordo de esa nave, Melville capitaneó un motín. Hacia 1845 volvería a New York. (…)
Bartleby, que data de 1856, prefigura a Franz Kafka. Su desconcertante protagonista es un hombre oscuro que se niega tenazmente a la acción. El autor no lo explica, pero nuestra imaginación lo acepta inmediatamente y no sin mucha lástima. En realidad son dos los protagonistas: el obstinado Bartleby y el narrador que se resigna a su obstinación y acaba por encariñarse con él.»
J. L. Borges. «Biblioteca Personal»
Queridos amigos,
aún estoy en el aire después de terminar esta novela corta de Herman Melville. Me parece raro que su autor sea el mismo que escribió Benito Cereno, o Moby Dick. Realmente no se que esperaba del lector, pero si era dejarlo en el aire haciéndose mil preguntas, lo ha conseguido desde luego. Este Bartleby está caracterizado por su terquedad casi cómica. Un señor salido de la nada que se niega a todo cuanto se le pide con tan solo una frase: preferiría no hacerlo. Esto, llevado la sus últimas consecuencias hace que todo se desenlace de una forma inesperada y, por supuesto, bastante atrevida. Algo en mi mente quiere encontrar ahora una cierta similitud con la novela El extranjero de Albert Camús, solo que en la de Melville el protagonista es completamente hermético sin motivo aparente. Es, precisamente, este extremo el que me ha dejado bastante extenuado. Su conducta no se explica, salvo al final que se quiere dar un ligero apunte y que, como es obvio, no les puedo contar. Sin embargo, este ligero apunte se presenta como una incitación a la sospecha o a la actividad de la propia imaginación en busca de unas causas que no se aprehenden del todo.
Le doy la razón a Borges. Es una novela que recomendaría, aunque aún no se bien por qué. Esto solo me ha pasado hasta la fecha con la de Albert Camús. Si la leen, espero que sepan entenderme. Si la entienden, espero que sepan explicármela.
Reciban mi abrazo, mi sonrisa y las dudas que ahora albergo.
Narwhal Tabarca.
A mí me dejó la misma sensación la lectura de Bartleby, la de que no fuera escrito por el mismo que escribió Moby Dick (uno de los primeros libros que leí en la infancia, de la colección Grumete). Me parece una prefiguración de Kafka, sí, pero por sutilezas, por aberraciones, por la falta de respeto, por la voluntad por la voluntad misma, frente al «jefe». Legué a este blog buscando el año en que había sido publicado «Manuscrito hallado en un libro de Joseph Conrad» de Borges, sin éxito.
te dejo mis blogs, por si te interesan…
http://www.heideggeryano.blogspot.com (nouvelle de mi autoría sin terminar aún)
http://www.otrasmuertes.blogspot.com (citas y delirios pasajeros y otros no tanto)
http://www.dermenschenhass.blogspot.com (proyecto combinado de literatura y fotografía que empecé hace poco con mi novia)
Muy bueno el blog…
Saludos.
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Sergio, te añado a los links en un rsto,
un abrazo
Narwhal Tabarca.
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