Que no nos venza la costumbre (sobre Yeremi Vargas).
C.S. Lewis decía muchas cosas, pero entre ellas que el mayor enemigo del hombre es la costumbre. Ante la novedad sentimos sorpresa de niños que por mentes tienen albas vírgenes. Deberíamos ser de piedra si no nos afecta la ilusión con que un crío nos enseña un pájaro. Es la admiración, al fin y al cabo, lo que nos hace jóvenes eternamente. Sin ella, la curiosidad se convierte en una falacia.
Vemos miles de carteles en todas partes que nos alientan en la búsqueda de un niño desaparecido. Nos llenamos de duda, de miedo y de indiganción. Le dedicamos algunos pensamientos furtivos en el trabajo, en el coche o en casa. Comentamos su pérdida repentina intentándo ponernos en la piel de los jóvenes padres que aún lo esperan para la cena, y, sin embargo, nos puede la costumbre. La maldita manía de hacer cotidiano lo inversosimil, el adormecimiento del alma que nos hace ser apenas un suspiro de humo en una hoguera.
Compañeros, un niño se ha perdido. Recordemos esto cada día. No podemos ceder ante los acontecimientos. ¡Se ha perdido un niño!, ¿nos damos cuenta qué significa esto?, se ha perdido un niño, compañeros, no nos acostumbremos a su sonrisa infantilmente despoblada, a sus ojos de futuro incierto, a sus gafas. No podemos acostumbrarnos a las noches que pasan y el frío, al silencio de los padres en la intimidad de su cuarto, a la duda. No podemos dejar de admirarnos cada vez que vemos este cartel de súplica desgarradora.
Un fuerte abrazo.
Santiago Tabarca.