Comienzo segundo de Enfermería
Parece que me siento con ganas de escribir. Es septiembre. Disfrutando de los últimos días de las vacaciones estivales, pasado mañana comienzo mi segundo curso de carrera de Enfermería. Tengo ganas. El curso pasado, aunque sufrido, pasó rápido – al menos así lo siento ahora-. Muchas noches sin dormir, muchos conocimientos nuevos y el descubrimiento de un oficio formidable que merece toda mi pasión y mi entrega. Habiendo entrado ya, entonces, de lleno en esta carrera (lo suficiente para sentirme parte del gremio de estudiantes de enfermería) puedo decir que siento que ando por los adoquines correctos.
En efecto, es cierto que la carrera de enfermería, como nos llegaron a adelantar en un comienzo, supone el convivir con la miseria humana, es cierto también que buena parte de los conceptos aprendidos hasta la fecha refieren a fluidos y reacciones fisiológicas del cuerpo humano que, en condiciones normales, son motivo de aversión y repudio (heces, orina, esputos, mocos, vómitos, sangre…) y por consiguiente, en cierto – no puede ser de otra manera- que esta profesión es de las pocas que exigen una vocación sin tregua. Por este motivo, creo que tras haberme adentrado en ella, después de haber acabado el primer curso completo -y algo más-, y deseando como estoy volver de nuevo a las andadas, esta profesión materializa convenientemente una vocación que me ha venido definiendo desde hace años. Y saber esto, sentir esto, me hace feliz.
El curso pasado supuso un tiempo de aprendizajes y de introducción a las ciencias de la salud. Amueblada la cabeza, como la tenía, a las letras y las leyes, supuso en un primer momento y reto interesante. Fue complicado en un comienzo, me hablaban de citoplasma, de ribosomas y de proteínas, me referían las fases de la síntesis proteica y me contaban maravillas de la mitosis, para mí era chino mandarín, pero del interior -que supongo que será más cerrado aún si cabe-. Tuvimos que aprendernos un sin fín de rutas bioquímicas, glucólisis, gluconeogénesis, el ciclo de la urea, el de los cuerpos cetónicos, el de Krebs… un acúmulo de nombres extraños, complicados hasta el ensañamiento y tremendamente olvidables. Cogimos el cuerpo humano y lo desmoronamos hasta las células más básicas, desde el aparato esquelético hasta cada uno de los órganos que conforman los sentidos. Conocimos el sarcómero, los conos y bastones, la esclera, los gomos gustativos, el epidídimo, la melanina, la cápsula de Bowman, los túbulos distales, proximales y demás familia. Recorrimos a machetazos el tupido camino de los fármacos desde los analgésicos (aines, no aines…) hasta los bloqueantes de la placa motriz como el curare de los indígenas sudamericanos, pasando por los estimulantes del Sistema Nervioso Central, sus depresores, los ansiolíticos, los relajantes musculares, los anestésicos, los sedantes, los barbitúricos, las benzodiacepinas… y un etcétera tan largo como inenarrable. Conocimos la psicología del niño y del enfermo. Fuimos instruídos en las técnicas de enfermería, en las sondas, en los catéteres, en los planes de cuidados de enfermería, en sus paradigmas… Nos enseñaron a sondar a los pacientes -de goma, pero paciente al fin y al cabo-, a coger vías, a administrar medicación por cualquier vía, a bañarlos, a hablar con ellos. Conocimos los bichos más minúsculos y más asesinos que pisan esta tierra, los microorganismos patógenos, virus y bacterias y yo, como adelanté una asignatura de segundo, también tuve el placer de enterarme un poco mejor de sus fechorías más atroces, qué enfermedades generan y como se deberían tratar. Nos hablaron de la antropología de la salud y su evolución a lo largo del tiempo. Tuve ocasión de escuchar hablar por vez primera de la dama de blanco, Florence Nightingale y sus hazañas en la guerra de Crimea. Nos explicaron cómo funcionan las leyes físicas de los procesos fisiológicos más elementales del cuerpo humano, la termoregulación, la física de los soplos y las turbulencias cardiovasculares. En fin, cumplieron su palabra a la perfección y nos prepararon para afrontar la vida real con los escasos conocimientos de un humilde servidor tras su paso por el primer curso de la carrera.
Ahora, entrando ya en segundo, afronto con ilusión el nuevo reto. Comenzaremos con las prácticas en hospitales, en los que estaremos hasta noviembre. Sustituiremos los ojos vacíos del muñeco de prácticas por la mirada de los pacientes que esperan algo de nosotros. Entraremos en contacto con la humanidad del trato cercano y la filantropía de la ayuda manual y más primitiva que existe, la de un hombre cuidando a otro. Me apasiona pensar que formaré parte de esa pequeña miseria ajena, y que estaré ahí, para contribuir a que sea más llevadera.
Afronto el reto con ilusión, y sin embargo sé que será duro. Este año nacerá mi segundo hijo. Si todo sale como está previsto, lo hará en febrero. Este año, entonces, deberé ser marido embarazado, padre de dos primores, abogado en el despacho y estudiante en la universidad. Será duro compaginarlo todo, pero no me amedrenta. Acepto el reto con ilusión porque sea como sea, vivo la vida que quiero vivir.
Tento intriga, eso sí, por saber qué nuevos conocimientos tendré dentro de exactamente un año, cuando me siente de nuevo ante este ordenador para contarles que paso a tercero. Y es que ahora, cada día de que pasa me acerca más a un sueño. Ahora, el tiempo corre a mi favor.
Queridos amigos, antes de despedirme les quiero hacer una anotación. He cambiado todas las referencias a Narwhal Tabarca por mi nombre real. Soy Santiago Santana, y por primera vez en mi vida siento que ya no soy dos personas en una, un abogado y un filántropo conviviendo conjuntamente en un cuerpo, sino una sola persona con más de dos facetas. Narwhal Tabarca no ha muerto, Narwhal Tabarca sigue mí… como un recuerdo.
Reciban mi abrazo y mi sonrisa,
Santiago Santana
Aprender a dar la mano…….. A cuidar. Y a acompañar. En todos los momentos (que no siempre son miserias). Esto es el principio basico de nuestra profesion. Por encima de todos los conceptos y tecnicas que aprendemos.
Me ha servido hasta en el momento mas duro de mi vida. Con mi propia hija.
Un beso Santi. Con tu descripcion tan detallada haces que todos los que elegimos esta profesion nos sintamos especiales al menos por el tiempo que dura la lectura.
Sigue disfrutandode la vida asi. Es vivirla plenamente.
Monica.
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Gracias Moni. Tus palabras van cargadas de sentido y sentimiento. Mucho animo y muchos besos.
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Gracias y enhorabuena por el segundo bebito!! Besito grande.
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Si te entiendo por q yo estoy estudiando lo mismo.
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