Bonjour Messie Tabarca!


Queridos compañeros,

Esta mañana me he levantado de la cama con fuerzas renovadas. Una explosión de sentimientos ardía en mis entrañas mientras entraba en la ducha. Un nuevo arcoiris de posibles se rendían a mis pies cuando salí a la calle. Y es que, esta mañana reventé de todo sin saber qué sentimiento me tenía en pie.

Me despertó el teléfono sonando. Medio dormido miré quien me llamaba y vi un número excesivamente largo pero familiar. El prefijo era de Senegal. Cuando descolgué, una voz al otro lado me llamó por mi nombre: «Narwhal?», yes, it´s me – dije yo extrañado-. Hi! I am Assane!.  Para quien no ha visto el documental aún, Assane es un profesor de una escuela que está situada cerca del pueblo de Bignona. No dispongo de fotos, es una pena. Hey! Assane! good mornig, how are you? – le dije yo ocultando mi pereza. Wait a second! – me respondió – y mientras esperaba escuché como daba una orden suscinta a alguien que estaba con él. Ahí se hizo el milagro, de repente un inmenso coro de niños gritó al unísono BONJOUR MESSIE TABARCA!. Un coro de pequeños niños senegaleses, estudiantes de la escuela, que asistían a clase esta mañana, como tantas otras, y me deseaba los buenos días, con toda la inocencia y la ilusión de estar hablando con ese otro mundo que está más allá de sus posibilidades.

Me quedé mudo. Primero me asaltaron una ganas tremendas de llorar, no se bien de qué, no sería pena, no solo ilusión tampoco, supongo, o quizá todo eso y más. Assane al otro lado esperaba una respuesta. Yo no pude hacer otra cosa que abrazar el teléfono como quien abraza a todos esos niños que estan pendientes de la conversación de su profesor con ese señor del más allá. Le dí las gracias a mi amigo Assane, nos despedimos. Mientras entraba en la ducha alguna lágrima quiso sorprenderme. No se si lloré o reí o ambas cosas. Y salí de casa con una idea clara entre tal confusión de sentimientos: se cumplió el deseo de esos niños de que yo tuviera un buen día, que ya no se me olvidará jamás; seguiré luchando por que se cumpla el deseo de esos niños de no tener que sufrir jamás.

Reciban mi abrazo y mi sonrisa, cargados de emoción e inocencia.

Narwhal Tabarca.

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