Paraguay (con algunas fotos)
Queridos amigos,
quizá hasta ahora no haya tenido tiempo de darme cuenta aún en dónde estoy y qué supone todo esto. Cuando uno viaja, la adaptación interior no va al mismo tiempo que la corporal. Sin embargo, en este caso ha sucedido. En ocasiones pienso y me da la sensación de que llevo aquí meses o años; y en otras ocasiones, el encuentro cultural me da en las narices y me hace darme cuenta de que en todas partes hay costumbres bien distintas a las mías. Es cierto, y pongo un ejemplo para hacer más gráfico el tema. El miércoles pasado estaba trabajando en la oficina, con todo el personal local. Serían las dos, aproximadamente, cuando todos recogieron sus cosas y empezaron a meterme prisas para que yo hiciera lo mismo. No tuve inconveniente, aquello me generaba curiosidad. Así que recogí todo los mío y les seguí. Yo ya me había dado cuenta, durante la mañana, que todos vestían de otra guisa. Con un toque de elegancia y distinción, diría. Perfumados, y maquilladas ellas.
Cuando salí de la oficina, casi en volandas, me metieron en un coche. El destino era un restaurante de lujo en la calle Jorge Bergés. Obviamente estaban celebrando algo, aunque no había adivinado aún el qué. Efectivamente, cuando entré en el restaurante, todo el mundo comenzó a felicitarme. Yo sonreía y daba las gracias sin entender cuales habían sido mis méritos. Pero Ay!, desde la mudez de mi incomprensión observé, y entonces comencé a darme cuenta de que no era yo el único agasajado! todos se felicitaban mutuamente. Procuré ganar el tiempo perdido, hice lo propio, comencé a felicitar a diestro y siniestro y me di cuenta de que mi gesto era bienvenido.
Por un momento llegué a pensar que se había adelantado la navidad. Que aquella costumbre sería algo así como una cena de invierno como las que hacemos en España por las fiestas estivales. Y no me equivocaba. El motivo: el día del trabajador. Cuando me di cuenta, además de respirar aliviado, reí en silencio.
Así es, un detalle tonto en un día cualquiera. Un detalle tonto, que subestimarlo sería imprudente. Es así, de a poco, como va entrando un país entre las venas, con calma, con sosiego, con pequeños descuadres en la conciliación de nuestra cuenta emocional.
Así es el paraguayo que he conocido hasta el día de hoy: hospitalario y expontáneo. Da la sensación de que todos tienen algo que hacer, y todos saben bien cómo hacer lo que deben. Esta foto en la que salgo de espaldas se trata de una visita que hice a una comunidad en un lugar llamado Mariano Roque Alonso. No se aprecia, pero a la izquierda de mi compañera hay unas escalinatas escarbadas en la roca con una pendiente impresionante. Por ahí tuvimos que descender para llegar a la comunidad, en medio de esa mata de vegetación preciosa que se ve a mis pies. Hasta cuarenta viviendas se pueden encontrar por el camino que va acompañado por un riachuelo y varios cerdos durmiendo o paseando plácidamente. Un paraje realmente bello y tremendamente insalubre cuando a dengue, fiebre amarilla o malaria se refiere. Es sabido que los mosquitos ponen sus criaderos en las aguas estancadas, pero no pensemos en grandes lagos ni reservorios, antes bien, cualquier charco, sea dentro de un neumático o en las canaletas de drenaje de la lluvia en los techos de las casas, pueden convertirse en perfectas mansiones para estos insectos de la muerte.
Y en esta foto les muestro algunas de las personas por las que decidí un día hacer lo que hago. Estar entre los más defavorecidos me hace feliz. Qué gran máxima esta de la de aliviar el sufrimiento ajeno.
Desde Asunción, les mando mi abrazo y la más satisfecha de las sonrisas.
Narwhal Tabarca.
hola peque aver si escribimos un poco mas que queremos saber que haces por esas tierras de Dios ahy pon muchas fotos para poder verte vale?te quiero besitos
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IMPRESIONANTE SANTI UN SALUDO
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me interesa saber mas de los proyectos, lechero etc.
gacias
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Luis, escríbeme a Narwhaltabarca@gmail.com y te hablamos más del tema.
Un abrazo, una sonrisa,
Narwhal Tabarca.
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