CONFIESO QUE HE VIVIDO. Pablo Neruda.


 

Estimados compañeros,

anoche acabé la autobiografía del premio Nobel de Literatura, el chileno Nertalí Ricardo Reyes Basoalto (Pablo Neruda).

Después de leerla, me quedo con una impresión bastante confusa de su persona y su vida. Me da la sensación de que este hombre tuvo mucha suerte, buena y mala (como diría Oscar Aguado). Efectivamente, con 19 años publica su primer libro. Luego, con 23, y de la manera más sencilla del mundo, es nombrado Cónsul ad honorem en Ragoon, una zona de Birmania que ni él mismo sabía donde estaba cuando aceptó. Es cierto que antes de su nombramiento había sido un gestor activo de la poesía en su tierra natal, publicando libros, poemas sueltos e, incluso, siendo Presidente del Ateneo de Temuco, entre otras muchas cosas. Pero lo que no deja de ser verdad es que con 23 años ya era Cónsul. Me gusta recalcar esto. Ya que su nombramiento le otorgó las grandes puertas al mundo y la facilidad de dedicarse casi exclusivamente a la poesía y la lucha comunista.

No tengo intención de hacer aquí una paráfrasis de lo que fue su vida. Todo lo contrario. Cuando terminé el libro, intuitivamente me quedé observando una fotografía de un Neruda con sombrero, en blanco y negro, que decora la portada de sus obras completas de la editorial RBA, e inconscientemente le pregunté a los ojos: «tú quien eres?». Pronto me dí cuenta de la carcajada facil que podría haber soltado quien me viera (por suerte estaba solo), pero aquella pregunta me hizo reflexionar acerca del libro. Y es que, Confieso que he vivido no es otra cosa que un mero anecdotario cargado de historia. Sin embargo, Neruda no habla de sí mismo, de lo que siente o piensa más que en contadas ocasiones y de forma muy velada y, por supuesto, muy diplomática. No me cabe duda de que esto último le viene por la profesión. Sin embargo, tampoco es menos cierto que deja entrever a los ojos de un avezado lector, bastante de todo cuanto conformó su esfera sentimental.

Es curioso, y para corroborar mis opiniones cito algunos ejemplos. Cuando va a recojer el premio Nobel en ningún momento hace alusión a lo que sintió, lo que para él suponía todo aquello, las emociones o los sentimientos, nada. Simplemente se limita a retratar la ocasión como si de una fría película se tratara. Lo mismo sucede cuando habla de las mujeres que pasaron por su vida, o la mangosta que se le perdió en la India, por citar algunos ejemplos.

Cuando sí parece que se deja llevar por sí mismo es, curiosamente, cuando narra los problemas que le pusieron a última hora en aquel momento en que iba a embarcar a los republicanos exiliados de España hacia Chile. Pero, al hacerlo, siempre es recordando la furia que aquello le provocó.

Nada de esto que digo debería ser contraproducente. Me refiero a la impresión de su forma de contar la vida que ha tenido. Como dije antes, Pablo Neruda fue un señor que tuvo mucha suerte, mala y buena. Mala, porque, de una u otra manera siempre estaba en el lugar del problema, en el salón donde se debatiría cada hito importante de la historia más reciente. Estuvo en España durante la guerra civil (abandonó Madrid en el 37), vió incluso como bombardeaban el Palacio de Linares y como los republicanos sacaban por la ventana el gran oso blanco disecado del Duque de Alba, estuvo relacionado con los japoneses que abandonaban América justo antes de los acontecimientos  de Pearl Harbour, vivió en París cuando estaba siendo ocupada por el ejercito fascista, conoció a Stalin, a Castro, al Che, a Videla, fue íntimo amigo de Salvador Allende, no soportaba a Cesar Vallejo, admiraba a Vicente Huidobro. Intimó con Lorca, con Alberti, con Miguel Hernandez (con el que vivió en Madrid una temporada). Es decir, tuvo la mala suerte de estar en el momento de los conflictos cuando éstos se fraguaban, se exilió de Chile apenas dos años después de ser proclamado senador y luego desaforado, y, sin embargo, siempre tuvo una posición privilegiada en todos ellos. Era una suerte de protegido divino. Si fue en carcelado, al día siguiente le pidieron disculpas, si estuvo en medio de la guerra civil, tuvo la facilidad de salir de España cuando quiso, para volver a entrar aún durante la guerra. Si estuvo con los exiliados republicanos, era el ángel salvador que los sacó de Francia rumbo a Chile, si estuvo perseguido en Chile, encontró rápidamente una vía de escape sin más aspavientos. y, además, si tuvo la oportunidad de dedicarse casi exclusivamente a las letras, le dieron el premio nobel.

Nada le resta mérito. A donde quiero llegar es a que Pablo Neruda fue un señor que llevó a cabo el lema de mi vida: «Vivimos la vida que queremos vivir». Él lo hizo, y con esta obra lo confiesa.

Por supuesto es un libro que recomiendo. No por su literatura, sino como documento histórico importante sobre lo que fue la vida de un poeta contada a cálamo currente.

Reciban mi abrazo y mi sonrisa siempre,

Narwhal Tabarca. 

3 Comments on “CONFIESO QUE HE VIVIDO. Pablo Neruda.”

  1. HOLA SABEN E OIDO EL POEMA DE PABLO NERUDA LLAMADO «ODA A LAS AVES DE CHILE» Y ME ENCAMTO YO EN EL COLEGIO QUE ESTUDIO ME ESTAN ENSEÑANDO POEMAS Y ME ENCANTA TANTO ES LA UNICA CLASE QUE PONGO ATENCION PORQUE LAENGUAJE ES MI CLASE FAVORITA ME DESPIDO CHAO
    ATTE
    LAURA ESCALONA

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  2. gracias por tus palabras Laura. No sabes lo feliz que me hace que hayas querido compartir tu experiencia con nosotros. Realmente Neruda es un gran poeta, verdad?. Aprovecha y escribe, escribe mucho, algún día me encantaría leerte. Vuelve por aquí cuando quieras.

    Un abrazo y una sonrisa, cielo.

    Narwhal Tabarca.

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